En su primera semana como Presidente electo, Sebastián Piñera se ha encargado de resaltar los ejes centrales de su programa de gobierno. En el plano económico, ha subrayado el compromiso con el mejoramiento en la gestión del aparato estatal ("mucho músculo y poca grasa, que ayude a los más necesitados y a la clase media, y que promueva la innovación") y de las empresas públicas ("vamos a hacer cambios muy profundos en Codelco porque en los últimos tiempos ha perdido productividad y eficiencia") , y, por cierto, en crear las condiciones que permitan aumentar la tasa de crecimiento económico a seis por ciento como promedio anual, junto a la generación de 200 mil nuevos empleos al año.
Algunos tienen el temor de que este mensaje sea el prolegómeno de un estilo de hacer las cosas y de un enfoque que finalmente convierta a la nueva administración en un "gobierno de los empresarios", en desmedro de los demás agentes sociales. Estas aprensiones no tienen asidero, y tal vez se originen en una comprensión parcial de lo que son los objetivos contenidos en el programa de gobierno. Si hubiera que rotular de alguna forma la impronta que desea darle Sebastián Piñera a su gestión, ésta sería la de "gobierno de los emprendedores". Este concepto es mucho más amplio y recoge mejor lo que efectivamente se pretende hacer, por cuanto incluye a todo aquel que quiera emprender una nueva actividad, un nuevo negocio, o bien que desee innovar en algún ámbito. Es decir, hace referencia a una actitud, cual es la de que cada persona tenga la oportunidad de ir construyendo su propio camino, a partir de sus aspiraciones y anhelos. Por tanto, la visión del nuevo Gobierno es la de impulsar el emprendimiento en forma global, ya se trate de un estudiante que desea profundizar sus estudios y busca un perfeccionamiento; de un trabajador que desea capacitarse o buscar una mejor opción laboral; de un pequeño empresario que desea poner en marcha una nueva iniciativa o ampliar su negocio actual; o de un empresario que busca internacionalizarse para aumentar su escala de operaciones y así mejorar en eficiencia y productividad, por citar algunos ejemplos.
Para darle forma a este compromiso con el emprendimiento, en contraposición a un Estado ausente y lejano -que algunos temen-, lo que se va a requerir es un Estado presente y cercano, que promueva y facilite la iniciativa privada. En otras palabras, el desafío consistirá en fortalecer la cultura del emprendimiento. Por cierto, para esto no se va a necesitar "más Estado", sino que un "mejor Estado", tal como se enfatizó en el transcurso de la campaña presidencial, y como quedó plasmado en el programa de gobierno de Sebastián Piñera.
¿Y en qué se traduce, en la práctica, esto del "gobierno de los emprendedores"? En cosas como facilitar la movilidad y el acceso a mejores oportunidades para educarse o capacitarse; en agilizar el funcionamiento de las oficinas de intermediación laboral, en beneficio de quienes buscan nuevas opciones de empleo; en facilitar el inicio de un nuevo negocio, disminuyendo el número de trámites exigidos a quien desea embarcarse en un proyecto; y en facilitar también el término de un negocio, eliminando el carácter traumático que tienen los fracasos en aventuras empresariales, y ayudando a levantarse a quien cayó, para que pueda continuar desarrollando nuevas iniciativas. Está en la esencia de un "gobierno de los emprendedores" el avanzar hacia una sociedad de mayores oportunidades para todos, pero también hacia una sociedad de seguridades, que brinde apoyo a los sectores más desvalidos y a los que van sufriendo tropiezos en el camino.
Saludos,
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