viernes, 24 de agosto de 2012

¿Es la presidencial una carrera corrida? por Blanca Arthur

¿Es la presidencial una carrera corrida ?
 

LUEGO DE LA CONSOLIDACIÓN DE BACHELET EN LA ENCUESTA CEP

¿Es la presidencial una carrera corrida?

Pese a que la ex presidenta exhibe una amplia ventaja que la pone como indiscutida favorita, existen distitos factores que podrían cambiar el cuadro.

 

Por Blanca Arthur



Es una realidad indiscutible que Michelle Bachelet aparece con la primera opción para ganar la próxima presidencial e instalarse nuevamente en La Moneda.

Es la sensación instalada que mostraron de manera elocuente los resultados de la última encuesta CEP, donde además de que un 50% afirma que quiere que sea la próxima presidenta, un 46% dice estar decidido a votar por ella.

Con las cifras del sondeo podría afirmarse, primero, que se consolida como la única candidatura real de la Concertación, dado que el resto de los presidenciables prácticamente no marca, al punto que Marco Enríquez-Ominami, con un 4%, aparece el opositor mejor posicionado. 

Lo más significativo, en todo caso, es que la distancia de Bachelet da cuenta, además, que de realizarse las elecciones ahora, le ganaría en primera vuelta a quien sea el abanderado oficialista, si se considera que su más cercano competidor, Laurence Golborne, sólo alcanza 9 puntos, mientras Andrés Allamand, marca apenas un 2%.

En este escenario, era previsible que los máximos dirigentes de la Concertación que están comprometidos con su candidatura -como los presidentes del PS, Osvaldo Andrade, y su par del PPD, Jaime Quintana- aplaudieran la consolidación del liderazgo de Bachelet, dando prácticamente por descontado que la próxima presidencial es carrera corrida.

Pero aun cuando las cifras indicarían que están en lo cierto, considerando, por ejemplo, que hasta un 29% de quienes se dicen de centro derecha se manifiestan partidarios de su opción, es imposible afirmar que el actual posicionamiento de la ex presidenta implique que quien sea su principal contendor tenga poco o nada que hacer.

Eso no significa que sea un desafío fácil el que le espera a la coalición de gobierno, pero no por ello se debe ignorar que existen múltiples factores que podrían cambiar el panorama de aquí a cuando se entre a la etapa final de la campaña.

Posible desgaste 


La idea de que la CEP sólo refleja el actual momento, en que Bachelet aparece beneficiada por el hecho de estar fuera, al margen de la contingencia política, es uno de los argumentos más recurrentes de quienes estiman que cuando deba entrar a pronunciarse acerca de temas complicados, la situación necesariamente tendería a cambiar.

Es la mirada que tienen, tanto en La Moneda –como se encargó de destacar el ministro Secretario General de la Presidencia, Cristián Larroulet- la que comparten los dirigentes de los partidos de la Alianza, e incluso algunos de la oposición.

En respaldo de dicha tesis se alude a que es difícil imaginar que Bachelet se mantenga incombustible si es conminada a definirse frente a situaciones complejas, como serían ahora- entre otras- las tomas de los establecimientos educacionales, o la posibilidad de llamar a una Asamblea Constituyente, que genera discrepancias en la oposición.

Otro de los factores que se estima que podrían jugarle en contra, es que a su regreso quede de manifiesto que los adalides de su candidatura son quienes, la misma encuesta CEP, muestra que son los personajes peor evaluados, como Andrade y Quintana, además de Camilo Escalona que es uno de los que exhibe el más alto rechazo.

No son pocos los que, considerando dichos factores, apuntan a que es un error sacar cuentas tan anticipadas, para lo que incluso se recuerda lo que le pasó a Joaquín Lavín en la elección de 2005, quién a pesar de que un año antes aparecía como el seguro próximo presidente, llegó tercero.

No es que con ello se sostenga que Bachelet no sería finalista en la carrera, sin embargo, no se descarta que puede ser ilusoria la idea de que bastaría su llegada para que toda la oposición se una detrás de ella sin problemas. De hecho incluso en su propio partido presumen que podría haber problemas políticos serios, por ejemplo, cuando deba definirse la participación del PC en un posible gobierno bacheletista, por el lío que se generaría con la DC.

Riesgo de izquierdización


El tironeo a que se enfrentará para que asuma, tanto un discurso como un programa de izquierda más radical, es uno de los factores que se considera que la pueden complicar. 

Pero no sólo por las tensiones que se darían en la oposición, sino porque de acuerdo a los resultados de la misma encuesta CEP, la ciudadanía no aparece inclinada a los temas que plantea la izquierda como la gratuidad en Educación, que no produce el respaldo que exigen los estudiantes, o que el 45% sea partidario del copago de los apoderados en los establecimientos subvencionados. Lo mismo ocurre, en general, frente al papel que debe jugar el Estado, por lo que un discurso estatista sólo repetiría uno de los principales errores de la campaña de Eduardo Frei en 2009.

En un cuadro donde la expectativa es que Bachelet represente a toda la oposición, puede quedar atrapada en el dilema de tener que atraer a los sectores más moderados que se declaran opositores, pero están más a la derecha de la Concertación, a lo que se agrega que por el otro lado, debe impedir que surja un candidato que represente a la izquierda más dura, o peor aún, dejarle abierto ese espacio a Marco Enríquez-Ominami, quién mostró que no ha desaparecido, por lo que podría recoger a parte de ese segmento, como a aquellos que no se identifican con la Concertación.

Desafío oficialista


Como sea, quienes creen que la de Bachelet no es necesariamente carrera corrida, apuntan a que el oficialismo no sólo debe apostar a su posible desgaste, menos si se considera que su apoyo parece casi un misterio insondable, en que puede darse que haga lo que haga, o diga lo que diga, igualmente la gente la respaldaría.

Por eso, el principal desafío que enfrentan tanto el gobierno como los partidos de la Alianza, es diseñar su propia estrategia, sobre todo, si se toma en cuenta que se trataría del candidato de un gobierno que apenas alcanza el 27% de adhesión en la misma encuesta CEP.

Es innegable que esa cifra no es auspiciosa para quién sea el abanderado oficialista, aun cuando si se confirma la lógica de La Moneda, de que existe una tendencia al alza, podría generarse un cuadro más favorable para que la coalición se mantenga en el poder, pero en ningún caso se apuesta a que pueda llegar a marcar una adhesión que signifique un aporte real para el candidato.

En todo caso, en el mundo político coinciden en que las propias cifras indican que el bajo respaldo lo tiene el Presidente Sebastián Piñera, por lo que no necesariamente debería ser un factor determinante para impedir el triunfo sobre Bachelet. Prueba de ello es que la propia CEP muestra que los presidenciables no generan el mismo rechazo que Piñera, puesto que Golborne lo dobla en la evaluación positiva e incluso Allamand, lo supera en 10 puntos. 

Considerando que dicha medición no muestra intención de voto, el desafío pendiente es cómo lograr que cuánto antes el apoyo a los presidenciables oficialistas se acerque al piso del 40 o 45%, que es lo menos que han obtenido los candidatos aliancistas en las últimas tres elecciones.

Iniciar la campaña


Quienes en el oficialismo se muestran más optimistas, apuntan a que si bien el titular del MOP obtiene un 9% ante la pregunta de quién quiere que sea el próximo presidente, cuando ésta le plantea a los encuestados si están decididos a votar por determinado candidato, la cifra sube a un 14, mientras un 26% afirma que estaría dispuesto, lo que le da un potencial de 40 puntos, que en el caso de Allamand -con un 4 % seguro y un 16 % posible- llega a 20 %.

Datos como el anterior, especialmente los referidoos a Golborne, son los que confirmarían la tesis de que cuando se inicie la campaña, sobre todo luego de que esté definido el candidato, se producirá un cambio en el actual escenario.

Para eso se percibe como determinante que se zanje cuanto antes, al menos la fórmula con que se nominaría al abanderado de la Alianza, de manera de impedir que el planteamiento de la UDI en cuanto a que podrían no realizarse primarias, en parte por la distancia de Golborne, pero sobre todo porque al ser legales debería esperarse hasta junio, no sea el inicio de una batalla con RN -que refutó la idea- que sólo atentaría contra sus propias expectativas mantenerse en el poder.

Impedir que ello ocurra es la tarea que tienen los partidos, donde coinciden que lo importante ahora es concentrarse en las municipales, porque en la medida en que la coalición oficialista obtenga un buen resultado, podría cambiar el ánimo derrotista que ha instalado el fenómeno Bachelet.

Es que de ser así, con un candidato con propuestas que de acuerdo a la CEP representarían más a la ciudadanía, en el mundo político no descartan que la derecha podría enfrentar una elección en condiciones que no muestran los resultados de la encuesta, que dan la carrera por corrida.

 

 
Fuente: df

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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