La sequía, una oportunidad para avanzar
En Chile, hablar de la sequía se ha convertido en algo casi permanente en los últimos años. A medida que avanza el verano, ella pasa de ser una sombra amenazante a ser una realidad que, para algunas regiones, es ya prácticamente constante. Y como este problema tiende a reaparecer cada año, queda en claro que va más allá de la sola escasez hídrica.
La sequía en Chile es, efectivamente, un problema de falta de agua, pero en nuestro caso se intensifica porque no se ha tomado conciencia de que se requiere de una acción de todos -y no sólo del Gobierno- para que el país no siga dependiendo de lluvias cada vez más erráticas y de una nieve que cada año desaparece más rápido. El drama de Chile no es que no tenga agua: es que cerca del 84 por ciento de la que cae se pierde en el mar, porque la inmensa pendiente que tenemos hace que ella se demore sólo dos días desde la cordillera al océano, y ante tal velocidad no se alcanza a acumular en los embalses superficiales existentes.
En realidad, el Gobierno está haciendo lo suyo. Recientemente el ministro de Agricultura anunció la inversión de 82 mil millones de pesos en dos nuevos embalses y para entubar un canal en Azapa. También, que se gastarán otros cuatro mil millones de pesos en bombardeo de nubes para tener más lluvias. Pero, ¿dónde se acumularán esas lluvias cuando caigan este invierno?
Ahí está la oportunidad de que el país crezca y dé un nuevo salto competitivo en materia agroalimentaria, como lo necesita. Es el momento para que el mundo privado se decida a invertir -incluso puede hacerlo con recursos del Estado- en mejoras tecnológicas en riego. No se trata sólo de comprar nuevos sistemas de irrigación, sino de creer en propuestas como el infiltrado artificial subterráneo. Con esto el país podría contar con recursos hídricos todo el año, más allá de si en alguno cae o no suficiente agua, o de si la nieve se fue demasiado rápido.
En momentos como éste, la crisis obliga a buscar salidas que hasta el momento no se han siquiera mirado con atención, para que se implementen soluciones que van más allá del problema específico. Por eso, esta nueva sequía debería ser asumida como la oportunidad para que los agroempresarios del país, los medianos, los grandes y también muchos pequeños -unidos, idealmente- se asocien con los de otros rubros y se lancen de cabeza a esas iniciativas, entendiendo que, junto con la renovación de especies y variedades, y la búsqueda de nuevos nichos, es la forma en que el país pueda seguir creciendo y que, en un futuro muy corto, se deje atrás la constante amenaza de la escasez hídrica.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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