Hacia el Estado que merecemos, por Sebastián Piñera
mar. 08 , 2009
La verdadera modernización debe apuntar a un Estado que simplemente haga las cosas bien, en forma honesta y en beneficio de la gente. Para ilustrar la urgencia de esta tarea basta recordar que entre las recientes metidas de pies y manos del Transantiago, el tren al sur y Enap, se perdieron casi US$ 4.000 millones, cifra equivalente al monto total del plan de estímulo fiscal propuesto por el gobierno. Además, esta reforma tiene un alto imperativo moral, pues los que más necesitan un Estado eficiente, honesto y orientado a la gente no son los más acomodados, sino la gente humilde, la clase media, los desempleados, las dueñas de casa y la tercera edad, que necesitan y merecen trabajo, seguridad, buena educación para sus hijos y salud para sus familias, pensiones dignas, etc., las que hasta hoy el Estado, a pesar de ser millonario en recursos, les niega por su pobreza de gestión.
¿Cómo mejorar, entonces, la calidad del Estado? Propongo una simple, pero eficaz agenda. Primero, priorizar las funciones que más interesan y afectan la calidad de vida de las personas y en las que el Estado cumple un rol clave e insustituible, como trabajo, seguridad, salud y educación. Segundo, convocar a los mejores -por su capacidad, honestidad y vocación- y terminar con el cuoteo, los operadores políticos, la incompetencia y la corrupción. Para esto es fundamental ampliar y fortalecer el Sistema de Alta Dirección Pública. Tercero, modernizar y potenciar la Contraloría General de la República, para que vele por la eficiencia y honestidad en el uso de los recursos públicos.
Cuarto, la incorporación plena de las modernas tecnologías de la información para fortalecer la eficiencia, transparencia y participación en la gestión pública. Quinto, crear una Agencia de Evaluación de Calidad de las Políticas e Inversiones Públicas, autónoma e independiente del gobierno de turno, que encendería oportunamente luces amarillas y rojas frente a desatinos como el Transantiago o el tren al sur. Sexto, incluir a todas las empresas del Estado en el Sistema de Empresas Públicas -administrado por un directorio de excelencia, sin cuoteo político-, exigiéndoles los mismos estándares de eficiencia y transparencia que hoy se exigen a las sociedades anónimas abiertas, bajo la supervisión de la SVS.
Luego, descentralizar la administración del Estado, transfiriendo funciones y recursos desde el gobierno central -muy lejano de la gente- hacia los gobiernos regionales y comunales -más cercanos, amistosos y participativos- y aplicando el Sistema de Alta Dirección Pública en la designación de los funcionarios en estos últimos. En octavo lugar, establecer un mecanismo eficaz de meritocracia e incentivos y capacitación en la administración pública, para premiar y capacitar a los funcionarios que lo merecen o necesitan. Nueve, crear una academia de formación y capacitación de funcionarios públicos y municipales. Finalmente, dotar a las grandes ciudades de verdaderos gobiernos metropolitanos.
Theodore Roosevelt dijo que "una gran democracia debe progresar, o pronto dejará de ser grande o democracia". El Estado chileno debe progresar o pronto será un freno más que un motor.
Candidato presidencial de la Alianza
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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