Acuerdo de coalición en Alemania: ¿se lleva el sistema social la peor parte?
"Queremos sacar al país de la crisis y hacer que entre renovado en la próxima década", puede leerse en el preámbulo del tratado de coalición que la CDU/CSU [Unión Cristianodemócrata/Unión Cristianosocial] y el FDP [Partido Liberal Alemán] han sellado tras tres semanas de arduas negociaciones. Sin embargo, cómo lograr este objetivo aparece definido sólo de forma vaga y sustentado básicamente por el principio de la esperanza. Esperanza de que la coyuntura mejore y la economía se recupere rápidamente, se creen nuevos empleos y la gigantesca deuda pública pueda reducirse.
Pero, en realidad, lo que aquí se expresa son más ilusiones que esperanzas. Una cosa está clara desde ya: en el momento en el que el Gobierno comience a aplicar su programa, las deudas del Estado van a crecer. Ya el 1 de enero de 2010 quiere el nuevo Ejecutivo empezar con las rebajas fiscales. Se planean reducciones de impuestos por valor de 24.000 millones de euros anuales. Posibles subidas, como por ejemplo la del IVA, han sido categóricamente descartadas por la canciller, Angela Merkel.
¿De dónde va a salir entonces el dinero? Merkel, que presentó públicamente el acuerdo de coalición en compañía del jefe de la Unión Cristianosocial, Horst Seehofer, y del presidente del FDP, Guido Westerwelle, limitó sus aclaraciones a unos pocos formalismos. "Queremos adentrarnos en la senda del crecimiento", dijo en la conferencia de prensa celebrada en Berlín, y: "hay que pensar con dinamismo". El ciudadano debe disponer de más parte neta del sueldo bruto y el rendimiento tiene que volver a merecer la pena.
Pero lo que el Gobierno piensa meterle el año que viene al ciudadano en un bolsillo, se lo va a sacar por otros. Al final, las descargas y las cargas acabarán equilibrando la balanza. La nueva orientación que se le quiere dar al sistema de salud sirve como ejemplo de por dónde van los tiros: la seguridad social pasa cada vez más a manos privadas, el principio de la solidaridad entre los asegurados se atenúa. La planeada reforma del seguro médico, que se espera iniciar en 2011, establece que en el futuro las subidas de las cotizaciones corran exclusivamente a cargo del trabajador. Aparte, los ciudadanos estarán obligados a contratar un seguro privado adicional que cubra la asistencia en el hogar en casos de invalidez o enfermedad.
Las aseguradoras deben estar contentas. Van a firmar millones de contratos nuevos. Los contribuyentes deben de estar estremeciéndose al pensar en los millones de jubilados estadounidenses que invirtieron en rentas ligadas al mercado de capitales y que a raíz de la crisis financiera y gracias al despreocupado proceder con esos pagos de los consorcios aseguradores han quedado ahora relegados a la pobreza.
Al final, ¿supondrá esto el paso del sistema alemán de financiación paritaria al sistema inversionista estadounidense? ¿Quedará cimentada la transformación sociale iniciada por el Gobierno de socialdemócratas y verdes y continuada por el posterior Ejecutivo de democratacristianos y socialdemócratas? ¿Continuará la redistribución de abajo hacia arriba, que incuestionablemente se produjo en los últimos tiempos?
Los miembros de la próxima coalición gubernamental, que de buen ánimo se presentaban el sábado por la mañana ante la prensa, realizaban claros esfuerzos por no aparecer como los representantes de un Ejecutivo socialmente frío. Los tres líderes políticos aseguraron apostar por la justicia social y querer acabar con las injusticias aún reinantes. Esa es la promesa con la que conservadores y liberales se inician en esta legislatura. Por el cumplimiento de la misma serán juzgados. El ciudadano sólo puede esperar que una oposición fuerte le ayude en la tarea.
Autora: Bettina Marx
Editora: Emilia Rojas
Saludos
Rodrigo González Fernández
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