Hernán Cheyre V.
Economista
Luego que los candidatos presidenciales Sebastián Piñera y Eduardo Frei han presentado sus respectivos programas económicos ante los académicos y empresarios convocados por el CEP, es posible comparar los elementos centrales de cada una de las propuestas. El factor común de ambos planteamientos radica en el reconocimiento de que los dos grandes desafíos que va a enfrentar el próximo gobierno son el de abordar los efectos de la crisis económica internacional en curso, y el de retomar un ritmo de crecimiento más elevado. No obstante, se advierten diferencias importantes en tres materias que son fundamentales para poder llevar a cabo esta tarea en buena forma.
Primera diferencia: diagnóstico de la situación actual. Mientras el programa de Piñera reconoce como punto de partida que los males que aquejan a la economía chilena no se limitan a los efectos negativos de la crisis económica internacional en curso, sino que se arrastran desde hace más de una década, y que se han hecho sentir en un progresivo deterioro de las ganancias de productividad como fuente de crecimiento económico, la propuesta de Frei no se hace cargo de esta situación, a pesar de que el problema comenzó a manifestarse con fuerza durante su período de gobierno. En el planteamiento del candidato de la Concertación sólo hay una mención de pasada al hecho de que el empuje económico de Chile venía decayendo desde antes de la crisis internacional, pero no se da respuesta a la interrogante acerca de cuál es el problema de fondo que nos aqueja en este sentido. La postura de "salir jugando" de esta crisis que plantea Frei, si no va acompañada de un diagnóstico claro acerca del punto de partida, no sólo es insuficiente, sino que acarrea el riesgo de que se avance en la dirección equivocada.
Segunda diferencia: falta de claridad en las metas y propuestas específicas. Mientras el programa de Piñera plantea objetivos concretos, que enmarcan el tipo y el alcance de las medidas de política que se proponen en cada caso, los planteamientos de Frei son sólo de carácter general. Sebastián Piñera está diseñando un programa de gobierno que permita alcanzar una tasa de crecimiento económico promedio de 6% en el cuatrienio siguiente, generar un millón de empleos en el período 2010-2014, terminar con la indigencia en el año 2014, y alcanzar el umbral de país desarrollado en el año 2018. Como contrapartida, la propuesta de Eduardo Frei se limita a señalar que "soy un convencido de que Chile necesita crecer a tasas aceleradas para llegar a ser un país desarrollado en esta generación".
Tercera diferencia: herramientas para resolver los problemas. Mientras el programa de Sebastián Piñera tiene como eje central el fomento y el fortalecimiento de la capacidad emprendedora de los chilenos, comprometiéndose a mantener la carga tributaria actual en el marco de un "mejor Estado", las propuestas de Eduardo Frei se enmarcan en el principio central de "más Estado", y si bien no plantea alzas de impuestos en esta coyuntura, deja un punto suspensivo y abre la puerta a una mayor carga tributaria al señalar reiteradamente que "tenemos que ganarnos el derecho a subir los impuestos". Y si bien Frei reconoce la importancia de mejorar la calidad del aparato estatal, no hay en su presentación ninguna propuesta específica para lograr ese objetivo. A su turno, Piñera ha planteado una ampliación de la Alta Dirección Pública en el gobierno central, regiones y municipios; el fortalecimiento del sistema de evaluación social de inversiones públicas; la creación de una Agencia de Calidad de Políticas Públicas, autónoma del gobierno de turno, encargada de evaluar la eficacia de los programas que están siendo implementados; una modernización de la organización del aparato estatal, redefiniéndose sus objetivos y prioridades; la transformación del Sistema de Empresas Públicas (SEP) en un organismo independiente del gobierno, que vele por el patrimonio de todos los chilenos que está invertido en las empresas estatales, y la colocación en el mercado bursátil de hasta un 20% de la propiedad de las empresas públicas que necesiten recursos frescos para expandir y fortalecer sus operaciones.
Por último, mientras Piñera propone que el desarrollo de la economía se lleve a cabo en un marco de preservación y cuidado del medio ambiente compatible con la legislación vigente, pero sin obstaculizar las inversiones que el país necesita, Frei en este caso plantea como meta concreta "poner a Chile entre los 10 países emergentes a la vanguardia en la construcción de una 'economía verde', colocándonos metas exigentes en materia de emisión y efectuando inversiones cuantiosas en la materia". Un compromiso de esta naturaleza ameritaría una cuantificación precisa de sus costos y efectos potenciales, ya que de lo contrario se corre el riesgo de embarcarse en una iniciativa que puede terminar siendo incompatible con las metas de competitividad que requiere la economía chilena para poder crear el millón de empleos que el país necesita.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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