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lunes, 22 de junio de 2009

Análisis político La disyuntiva de Bachelet

Análisis político

La disyuntiva de Bachelet

La disyuntiva de Bachelet La Presidenta no ha mostrado la convicción de querer cambiar el rumbo casi predicho de los acontecimientos electorales y se le ve más preocupada de evitar sacrificar su gran capital político que de contribuir a la contienda electoral.

Por José Miguel Zapata*

Aunque los números para Frei mejoraron en la encuesta CEP, siguen mostrando que éste es el peor escenario electoral para la Concertación. Nunca le había pasado que a menos de 6 meses de las elecciones su candidato se ubicara por detrás del candidato de la oposición. Lo altamente sorprendente es que esa ventaja se da con el telón de fondo de la Presidenta mejor evaluada en la historia nacional.

Si las cosas no siguen mejorando para la Concertación, el país puede presenciar una gran contradicción política: una Presidenta con cerca de un 70% de aprobación le entregará la banda presidencial al candidato de la oposición. Esto refuta lo que comúnmente ocurre: presidentes bien evaluados aseguran el éxito electoral de de los sucesores de su partido o coalición.

La derecha ha reiterado que eso se explica porque la aprobación a la Presidenta es algo muy personal y que no representa una aprobación del Gobierno ni de la Concertación. Aunque eso tiene algo de cierto, no lo es totalmente. Encuestas recientes, incluida la CEP, han mostrado que también varios de los ministros logran un alto nivel de aprobación así como el Gobierno en su conjunto. Además, también es alto el nivel de aprobación que han alcanzado la política económica, el manejo de la crisis y particularmente las políticas y programas de Protección Social que le han dado una impronta única a este Gobierno. Incluso el Transantiago -uno de los talones de Aquiles de los primeros años- está muy cerca de tener una nota azul. Todo esto, debe significar algo.

Está ocurriendo una cierta transición donde la ciudadanía está lentamente percibiendo que Bachelet, más allá de sus atributos personales, representa el proyecto colectivo de una coalición que ha actuado eficiente y responsablemente y que ha puesto un acento en los sectores más desprotegidos de la sociedad, algo de lo que la derecha aún no ha logrado convencer. Este paso de la persona al proyecto es lo que necesita la Concertación.

No obstante, dicho tránsito no es lo suficientemente visible ni rápido como para garantizar la continuidad de la coalición en el Gobierno. El rol que puede jugar la Presidenta para acelerar esa transición es esencial. Bachelet y el éxito de su Gobierno son el capital más importante que le resta a la Concertación para enfrentar la difícil coyuntura electoral donde ni el liderazgo del candidato ni la vitalidad de la coalición son aspectos que ayuden mucho.

La Presidenta es la única que puede transformar la continuidad como un valor políticamente deseable y electoralmente rentable en tanto esté dispuesta a visibilizar y defender el proyecto de la Concertación ante la ciudadanía. Ella posee la legitimidad y la credibilidad, de la que carecen muchos de los líderes de la Concertación, para moderar los naturales anhelos de cambio de los chilenos y revalorizar la confianza en el proyecto de la Concertación.

Para Bachelet, ello debiera tener  un sentido de trascendencia considerando que es precisamente el aporte y sello más importante de su Gobierno -la protección social de los grupos más vulnerables- lo que se encontrará directamente amenazado por la derecha, la que en su anhelo de generar mejores condiciones para el crecimiento y la eficiencia, condenará las políticas de protección social que Bachelet se ha esmerado en instaurar.

Sin embargo, la Presidenta no ha mostrado una voluntad de querer salir al debate con la derecha, no sólo para rescatar al candidato de la coalición, sino que en defensa de su propia herencia. Bachelet no ha mostrado la convicción de querer cambiar el rumbo casi predicho de los acontecimientos electorales y se le ve más preocupada de evitar sacrificar su gran capital político que de contribuir a la contienda electoral.

A seis meses de las elecciones, la Presidenta debe estar dispuesta a arriesgar popularidad si quiere asegurar continuidad.

 

*José Miguel Zapata es analista político y MPA de la Universidad de Harvard.


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Saludos
Rodrigo González Fernández
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