Una oportunidad para superar las divisiones del pasado
La propuesta y la posibilidad de que beneficie acotadamente y por razones humanitarias a algunos de los condenados en casos de DD.HH. abren una valiosa oportunidad para que los distintos sectores den un paso decisivo en la superación de los conflictos que vivió el país.
25/07/2010 - 09:02 LATERCERA
La propuesta de indultos presentada por la Iglesia Católica ha abierto un amplio debate acerca de la conveniencia de aprobar esa medida y, también, de incluir en su aplicación a miembros de las Fuerzas Armadas que cumplen condenas por casos de violaciones a los derechos humanos.
Más allá de las celebraciones con las que se conmemore el Bicentenario, lograr un paso adelante en la reconciliación de los chilenos y en superar la profunda fractura que sufrió el país hace unas décadas, puede terminar siendo el hito más significativo y duradero de esta fecha.
La propuesta y la posibilidad de que beneficie acotadamente y por razones humanitarias a algunos de los condenados abren una valiosa oportunidad para que los distintos sectores y, en especial, aquellos vinculados a las víctimas de esas violaciones a los derechos humanos, den un paso decisivo en la superación de los dramáticos conflictos que vivió el país antes y después del 11 de septiembre de 1973.
La Iglesia Católica ha actuado en el ámbito que le es propio, buscando colaborar en el perdón y reencuentro de los chilenos, por lo que no cabe descalificar su competencia al respecto. Más aun, se trata de una institución que tiene en este ámbito toda la autoridad moral que le reporta la defensa que hizo de las personas que estaban siendo afectadas por violaciones de los derechos humanos, asumiendo los costos y dificultades que eso conllevaba.
Específicamente, la propuesta plantea que el Congreso apruebe una ley general de indulto, fijando los casos y requisitos para acceder a sus beneficios y que abarcaría a quienes están condenados por delitos menos graves y también a otros condenados respecto de los que procedan consideraciones humanitarias -edad o enfermedad- que hagan plausible la medida. Aplicada en forma general, esta medida podría alcanzar a uniformados que actualmente cumplen condena y cuya exclusión requeriría una declaración expresa.
Es acertado, como lo sugiere la Iglesia, distinguir entre los responsables de los delitos más graves -quienes no debieran recibir beneficios- de aquellos condenados que cumplirían esas condiciones humanitarias, haciendo un llamado a que se considere "el grado de responsabilidad que le cupo a cada uno, el grado de libertad con que actuó, los gestos de humanidad que tuvo y el arrepentimiento que ha manifestado por sus delitos".
Se trata sin duda de un tema de connotaciones polémicas y que despierta tensiones profundas, y por ello es necesario adoptar una perspectiva equilibrada sobre la realidad vivida en el país para ponderar detenidamente la propuesta.
A través de la acción del Estado, la sociedad ha hecho grandes esfuerzos por lograr que se aclaren las responsabilidades de las violaciones a los derechos humanos, reconociendo formalmente su gravedad -los informes de instancias como las comisiones Rettig y Valech son testimonios de ello- y dando soporte a la investigación realizada por los tribunales -incluso, permitiendo que se omitiera la aplicación de normas como la prescripción y la ley de amnistía. También se ha procurado, con importantes recursos, mitigar y reparar las consecuencias sufridas por las víctimas, a través de reparaciones económicas y también simbólicas.
Lo que ha planteado la Iglesia Católica es que la misma disposición que tuvo la sociedad para acoger estas medidas, exista ahora para reconocer que también se justifica una mirada más profunda a lo que ha ocurrido con quienes estaban en otra posición y tuvieron actuaciones y responsabilidades que no pueden ser tratadas con un criterio idéntico. No hacerlo constituiría una omisión injusta y perpetuadora de una diferencia que no contribuye a la reconciliación.
La gran mayoría del país apreciará los esfuerzos y la generosidad de cada una de las personas y sectores vinculados a este tema, desde las distintas y legítimas posiciones sobre nuestro pasado reciente, por arribar a un acuerdo en torno a este tema.
Saludos,
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