SEBASTIAN PIÑERA HACIA UN NUEVO PERIODO PRESIDENCIA

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Nosotros acompañamos al ex presidente Piñera en la Campaña a la presidencia, en su primer gobierno y ahora en el nuevo gobierno 2018

martes, 4 de marzo de 2014

#sebastianpiñera :Mandatario entrega Cuenta Pública

Mandatario entrega Cuenta Pública de su Gobierno: “Hemos demostrado, con nuestros actos y con nuestros resultados, que nuestro sector cumple los compromisos que asume”

03 de marzo de 2014

 

Mandatario entrega Cuenta Pública de su Gobierno: “Hemos demostrado, con nuestros actos y con nuestros resultados, que nuestro sector cumple los compromisos que asume”

Durante una emotiva ceremonia en el Patio de Los Cañones del Palacio de La Moneda, recordó una de sus principales promesas de campaña que apuntaba a “recuperar el liderazgo y la capacidad de crecer, de crear empleos, de mejorar los salarios, que estábamos perdiendo. Ahí está el nuevo dinamismo de nuestra economía, que con su 5,4% de crecimiento promedio, casi duplica el crecimiento del Gobierno anterior y se ubica entre los países de mayor crecimiento en América Latina y el mundo entero”.

Asimismo, resaltó que “todos los que hemos recorrido las 6 regiones, las 155 comunas y las más de 160 localidades y 900 pueblos que fueron afectados por el terremoto y el maremoto, sabemos que ahí están las viviendas, las escuelas, los hospitales, los consultorios, los puentes, las carreteras, los puertos, los aeropuertos, los embalses, los canales de regadío, los edificios públicos, las obras patrimoniales, las cárceles, las Iglesias, plenamente reconstruidos y nuevamente al servicio de nuestro país”.

A continuación, el texto íntegro de la Cuenta Pública entregada por el Presidente de la República, Sebastián Piñera:
Muy buenas tardes, amigas y amigos:

Hace 4 años logramos una meta por la cual habíamos luchado más de 20 años y que muchos creían que nunca alcanzaríamos: conquistar una mayoría de voluntades y corazones de chilenas y chilenos, que nos permitió ganar, y con mayoría absoluta, una  elección presidencial, en forma limpia, libre y democrática, y recibir así, todos nosotros, el mandato de gobernar a nuestro país, con nuestras ideas, valores y principios, por un período de 4 años, con un solo norte: mejorar la calidad de vida de los chilenos, permitirle a todos nuestros compatriotas acceder a una vida más plena y más feliz, y muy especialmente a los más vulnerables y a nuestra clase media.

¿Cómo  logramos lo que nunca antes habíamos logrado?

Primero, con unidad y con generosidad. La unidad siempre ha sido un elemento de fortaleza y la división un germen de debilidad, en toda la acción humana, pero muy especialmente en el mundo de la política.

Recuerdo con emoción el trabajo y compromiso de tantos dirigentes, parlamentarios, alcaldes, concejales, militantes y simpatizantes, durante esos duros meses de la campaña presidencial del año  2009, esa campaña que nos permitió conocer y llegar al Chile profundo y alcanzar con nuestro mensaje, millones y millones de hogares en todos los rincones de nuestro país.

Pero sabemos que la unidad y el compromiso son siempre necesarios, pero a veces no son suficientes. Cada generación tiene un destino. En algunos casos, le corresponde a los hombres y mujeres tomar con libertad los pinceles y trazar los caminos del futuro. En otras ocasiones, es la historia la que se encarga de dibujar esos caminos, al margen de la voluntad de las personas.

Nuestros compatriotas, durante esa campaña, pudieron apreciar que no luchábamos por llegar al Gobierno solamente por un afán de poder, que queríamos el poder porque teníamos una misión: avanzar con fuerza y con voluntad hacia lo que entonces llamamos “la sociedad de oportunidades, seguridades y valores para todos”.

Una sociedad de oportunidades, que significaba permitirle a todos nuestros compatriotas el derecho a poder desarrollar sus talentos y llegar tan lejos como grandes fueran sus sueños y firmes sus compromisos.

Una sociedad de seguridades, que significaba asegurarle a toda chilena y chileno, por el solo hecho de haber nacido en esta tierra bendita, que si por cualquier razón tropezaba, no iba a quedar solo y abandonado en el camino, que una mano amistosa y solidaria lo iba a ayudar a ponerse de pie y volver a caminar.

Y una sociedad de valores, porque sin los valores, el alma de las sociedades se vacía, que nos permitiera honrar y promover valores tan arraigados en el alma de nuestro país, como el valor de la vida, de la familia, de la libertad, de la justicia, de la honestidad, de la solidaridad, y tantos más.

A todos nos movía una meta grande y noble: transformar a Chile, la colonia más pobre de España, en el primer país –ojalá no el único- de América Latina, que consiguiera por fin dejar atrás el subdesarrollo, dejar atrás la pobreza y permitirle a todos sus hijos esa vida más plena y más feliz.

Esa fue la aspiración que tuvieron también nuestros antepasados, e incluso, algunos ex Presidentes de la época moderna, pero que nunca habíamos alcanzado. Y esa  fue la principal tarea y misión que nos propusimos, como la sociedad que ha tenido el honor y el privilegio de vivir el Bicentenario.

Siempre supimos que era una misión difícil y que iba a requerir lo mejor de cada uno de nosotros. Sabíamos que había que despertar a un  país que había caído en un largo letargo y que además era necesario generar un verdadero renacimiento, de esas fuerzas poderosas, desatando las fuerzas de la libertad, de la innovación, del emprendimiento, que viven en el alma y en el corazón de la inmensa mayoría de los chilenos. Y eso exigía imaginación, coraje, compromiso, trabajo y esfuerzo.

Sabíamos desde el primer día que nos tocó gobernar en tiempos muy difíciles. Heredamos una economía con evidentes signos de fatiga, que cada día crecía menos, que cada día creaba menos empleos, que apenas era capaz de mejorar los salarios, en que la pobreza y las desigualdades habían vuelto a aumentar, y en que los ahorros externos disminuían y los déficit fiscales se acumulaban.

Además, hemos tenido que gobernar en tiempos en que la economía mundial vive una profunda crisis, que empezó el año 2008 y que aún no termina, y que ha significado recesión, desempleo y angustia en muchos países desarrollados, y que está hoy día golpeando con mucha fuerza a muchos países en nuestro propio continente.

Hemos tenido que enfrentar 5 años consecutivos de una de las peores sequías que ha afectado a nuestro país, y además, 12 días antes de asumir el Gobierno, Chile fue golpeado y asolado por un  terremoto y un maremoto devastadores, que también, a pesar que no estaba en nuestros planes, asumimos como parte de nuestra responsabilidad y de nuestro compromiso.

Esos eran los obstáculos y los desafíos que debimos  asumir  cuando iniciamos la marcha y los primeros pasos de nuestro Gobierno.
Recuerdo las críticas y el escepticismo con que fue recibido por la entonces Concertación nuestro programa de Gobierno y sus principales metas y compromisos.

Recuerdo también los mitos y la verdadera campaña del terror que  se desató durante esa campaña. Algunos se esforzaban por sembrar en la mente y en el corazón de los chilenos, una serie de amenazas, como que nosotros terminaríamos con los programas sociales, que no respetaríamos los derechos humanos, que no trabajaríamos por los sectores más vulnerables ni por la clase media.

Siento que hoy día hemos demostrado, con nuestros actos y con nuestros resultados, que nuestro sector cumple los compromisos que asume y que tiene un profundo compromiso con la libertad, con la democracia, con los derechos humanos y con la justicia social.

Durante estas últimas dos semanas, he tenido la oportunidad de recorrer una vez más todas las regiones de nuestro país, rindiendo cuenta de lo que habían sido nuestros compromisos y recordando aquello que dijimos desde el primer día: que no nos juzgaran sólo por nuestras buenas intenciones, sino que también por nuestros resultados.

Sabemos que los candidatos tienen el privilegio de prometer; los Gobiernos y los Presidentes, y especialmente cuando están al término de su mandato, tienen la obligación de rendir cuenta de los compromisos asumidos.

Esa cultura de rendición de cuentas y de transparencia que ha cruzado nuestro Gobierno desde el primer día, y que subyace detrás de la actitud de todos los que trabajan en el Gobierno, en el Poder Legislativo y en las distintas esferas de nuestro país, implica, sin duda, que los candidatos serán más responsables al asumir sus compromisos y los Gobiernos más esforzados para cumplirlos.

La vida y la política tienen muchas cosas en común. Por de pronto, ambas son más inspiradoras cuando hay imaginación, más motivadoras cuando hay pasión, más fecundas cuando hay unidad y más trascendentes cuando hay una misión.

Hoy, cuando estamos a pocos días de terminar nuestro mandato, podemos mirar los ojos de todos nuestros compatriotas, con la cabeza en alto, porque gracias a ese trabajo esforzado, leal, comprometido, de todos los que estamos acá y miles de otros que están en las distintas regiones de nuestro país, pudimos cumplir nuestros compromisos.

Por de pronto, el compromiso que no estaba planificado, pero que debimos asumir, de reconstruir nuestro país durante nuestro programa de Gobierno. Recordemos cómo estaba nuestro país esa madrugada del 27 de Febrero y los días que lo siguieron: los barcos en las plazas, las ciudades destruidas, las costas arrasadas y el dolor y el sufrimiento por doquier.

Dejemos hoy día que los hechos y las realidades hablen con toda su fuerza y elocuencia.

Al llegar acá les hemos entregado a todos ustedes un libro, en que está resumida la obra que nuestro Gobierno ha realizado durante los 4 años y una perfecta y clara comparación entre los compromisos asumidos y los resultados alcanzados.

Por tanto, yo quisiera hacer aquí, más que una lista de misiones o tareas cumplidas, un breve resumen.
Hace 5 días, en la maravillosa Caleta de Tumbes, en la Región del Biobío, rendimos una completa cuenta de lo que fue el desafío y el esfuerzo que ha significado la reconstrucción.

Todos los que hemos recorrido las 6 regiones, las 155 comunas y las más de 160 localidades y 900 pueblos que fueron afectados por el terremoto y el maremoto, sabemos, porque lo hemos visto con nuestros propios ojos, que ahí están las viviendas, las escuelas, los hospitales, los consultorios, los puentes, las carreteras, los puertos, los aeropuertos, los embalses, los canales de regadío, los edificios públicos, las obras patrimoniales, las cárceles, las Iglesias, la infraestructura de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden, plenamente reconstruidos y nuevamente al servicio de nuestro país.

Quizás es por eso que algunos se recuerdan del 27/F solamente cuando se cumple un aniversario más, porque la forma en que nuestro país logró enfrentar ese desafío debe llenarnos de orgullo a todos y cada uno de los chilenos.

Lejos de dejarnos quebrar por la adversidad, apenas amaneció y salieron los primeros rayos de Sol, nuestro país se puso de pie, secó las lágrimas, se arremangó las mangas y enfrentó el desafío de la reconstrucción.

Yo he contado otras veces una anécdota, porque poco tiempo después también Japón, la tercera economía más poderosa del mundo, sufrió un terremoto de menor magnitud que el nuestro. Tuve la oportunidad de conversar con el entonces Primer Ministro y le pregunté cuánto tiempo iba a tomar y qué consecuencias tendría. Me dijo “por lo menos diez años, y lo que es peor, dos años de recesión”. Hasta ahora su pronóstico ha sido muy acertado. Y me preguntó a mí, yo dudé, finalmente le dije que queríamos reconstruir Chile en 4 años y que nuestra aspiración era que Chile volviera a crecer ese mismo año 2010, y no tener ninguna recesión.  Me miró como diciendo “de los inocentes es el reino de los cielos”.
Me encontré nuevamente con él hace algunos meses, y se recordaba perfectamente de esa conversación y me dijo que su cariño y admiración por el pueblo chileno había llegado a lo más alto de su escala.

También hemos logrado modernizar la Oficina Nacional de Emergencia y sentar las bases de un nuevo Sistema de Alerta Temprana y Protección Civil, porque nadie puede asegurar que en un país como el nuestro, que ha sido tan golpeado por la adversidad y los fenómenos de la naturaleza a lo largo de toda su historia, esa adversidad y esos fenómenos de la naturaleza no volverán a golpearnos. Pero sí tenemos la obligación de asegurarle a nuestros compatriotas que cuando ello ocurre, si es que ocurre, vamos a estar mucho mejor preparados que como estábamos esa madrugada del 27 de Febrero, para poder salvar vidas humanas y para poder llegar con ayuda más oportuna y eficaz a los damnificados.

Pero también es cierto que además de la reconstrucción, teníamos que cumplir un programa de Gobierno, que muchos creyeron que era imposible de cumplir, que era solamente una oferta electoral.

Para nosotros era mucho más que una oferta electoral, era un verdadero compromiso y una verdadera misión. Por de pronto, recuperar el liderazgo y la capacidad de crecer, de crear empleos, de mejorar los salarios, que estábamos perdiendo. Y ahí está el nuevo dinamismo de nuestra economía, que con su 5,4% de crecimiento promedio, casi duplica el crecimiento del Gobierno anterior y se ubica entre los países de mayor crecimiento en América Latina y el mundo entero.

Ahí está, ahí está ese millón de nuevos empleos. La inmensa mayoría de ellos con contratos escritos, indefinidos, con previsión social, con seguro de salud y con seguro de cesantía, desmintiendo aquello de que Chile nunca iba a ser capaz de crear un millón de nuevos empleos o que estos empleos, si se creaban, iban a ser precarios.

Ahí está el significativo incremento en las remuneraciones reales, que duplica al crecimiento que esos salarios tuvieron durante el Gobierno anterior.

Ahí están esos 260 mil nuevos emprendedores, creando oportunidades para todos los chilenos. En la década anterior habíamos perdido 100 mil emprendedores, en estos 4 años hemos recuperado 260 mil nuevos emprendedores.

Pero también, porque no solamente se trata de crecer, también nos importa la forma en que los frutos del crecimiento se distribuyen entre los distintos hogares chilenos. Y por supuesto que nos llena de alegría y de satisfacción ver cómo la pobreza y las desigualdades excesivas, que habían crecido o estaban estancadas durante el Gobierno anterior, finalmente han empezado a retroceder, gracias a una política nueva, el Ingreso Ético Familiar, que dejó atrás esa política asistencialista, que muchas veces crea dependencia y clientelismo, pero que a veces ahoga la iniciativa y la motivación de los propios sectores que pretende beneficiar.

El Ingreso Ético Familiar es una nueva concepción de una política social, una verdadera alianza estratégica, un esfuerzo compartido entre el Gobierno y los sectores más vulnerables de nuestro país, para unir fuerzas y lograr derrotar la pobreza, con el aporte no sólo del Gobierno, sino que especialmente de los sectores más vulnerables, que en lugar de ser castigados, son premiados cuando se esfuerzan y consiguen mejores resultados para sus familias.

Todo esto, con políticas económicas sanas y sustentables, que nos han permitido reducir a la tercera parte o a la cuarta parte el déficit fiscal, recuperar íntegramente los ahorros externos perdidos durante el año 2009, y mantener bajo control la inflación que tanto daño genera a los hogares más vulnerables.

Solamente algunas cifras: Entre el año 2009 y 2013 nuestro país logró incrementar su ingreso per cápita de 15 a 20 mil dólares al año, alcanzando ya a algunos países del Mediterráneo europeo.

Las exportaciones crecieron de 55 mil a 80 mil millones de dólares.

La inversión, que venía cayendo en picada, se ha recuperado y ha pasado nuevamente a representar casi un tercio de nuestro producto interno bruto.

La productividad, que se había convertido en un lastre que detenía el crecimiento, hoy día nuevamente es un motor que suma al crecimiento.
Esto nos permite tener hoy día una economía sana, una economía sólida, capaz de enfrentar los problemas del presente y los desafíos del futuro.
Logramos dar un gran salto adelante en mejorar la calidad, el financiamiento y el acceso a nuestro sistema educacional, en sus 3 niveles: preescolar, escolar y superior, mejorando y ampliando el monto y la cobertura de las subvenciones escolares, estableciendo la subvención universal y garantizada para toda la educación parvularia, estableciendo también el kínder como parte de la educación gratuita y obligatoria, ampliando de doce a trece años el periodo en que nuestros niños están y deben estar en el sistema educacional.

Porque cuando los niños están en el corazón de un Gobierno, eso se nota y se siente. Yo sé, ustedes saben, los niños no marchan, los niños no protestan, pero no por eso han dejado de estar un instante en el corazón de nuestras prioridades y de nuestras políticas, porque sabemos que es ahí, en la más tierna infancia, cuando podemos y debemos nivelar la cancha y lograr una sociedad con mayor igualdad de oportunidades.
En educación escolar, 60 nuevos Liceos de Excelencia, para que todo niño y joven que se esfuerza sepa que va a tener acceso a una educación de calidad y no verla a la distancia, como lo veían todos los jóvenes de nuestras regiones.

Además, la beca Vocación de Profesor, la mejoría en la subvención preferencial, que aumentó sus beneficiarios, niños y jóvenes, de 700 a 1,1 millones, y que si se aprueba el proyecto de ley que lo extiende a la clase media, vamos a llegar a 2,2 millones de niños y jóvenes chilenos favorecidos por esa subvención escolar preferencial.

Los resultados ya se empiezan a percibir. Después de 20 años de estancamiento, por fin en los últimos 3 años la calidad de la educación escolar, medida por la prueba SIMCE, ha empezado a mejorar.

En educación superior, heredamos un mal sistema de financiamiento, eso lo sabemos todos, y solamente existían 118 mil becas. Corregimos ese sistema de financiamiento, reduciendo sus tasas de interés y estableciendo un monto máximo de 10% de la renta como máxima obligación de los futuros egresados de la educación superior. Aumentamos de 120 mil a casi 400 mil las becas de educación superior para nuestros estudiantes.

Así cumplimos algo que muchos creían que era sólo una promesa de campaña que el viento se llevaría, que ningún joven meritorio se quedara fuera de la educación superior por falta de recursos y que ninguna familia chilena viera transformado el sueño de un hijo profesional, en una verdadera pesadilla, por la magnitud de la deuda que ello podía implicar.

En el campo de la salud, terminamos con las listas de espera AUGE que angustiaban a 380 mil compatriotas, que tenían garantías en el papel, pero no en la realidad. Aumentamos de 56 a 80 el número de enfermedades cubiertas por las garantías AUGE. Redujimos significativamente las listas de espera no AUGE, y aumentamos en 50% el financiamiento de los consultorios y postas rurales de nuestro país.

Ya hemos inaugurado 24 hospitales, muchos de los cuales los vimos en esta presentación, y hay 47 más que están en pleno proceso de construcción o licitación.

Aumentamos de 1.200 a 4.000 la capacidad de la sociedad chilena para formar médicos especialistas. Porque ustedes saben, un médico especialista no se compra en una farmacia, formarlo toma por lo menos tres años, en algunos casos seis, y le cuesta al Estado 100 millones de pesos cada uno de ellos.

Aumentamos de 1.200 a 4.000, dando una respuesta verdadera a esa demanda de médicos especialistas que está, y ustedes lo saben, tan fuerte y tan viva en el alma y en las necesidades de nuestros compatriotas.

Modificamos la ley de medicamentos, para permitir que los medicamentos estén realmente accesibles y a precios justos para los chilenos que más los requieren, particularmente nuestros adultos mayores y enfermos crónicos, que muchas veces destinaban sin necesidad más del 50% de sus ingresos a comprar medicamentos. Y lo logramos después de enfrentar mil batallas y de enfrentar muchas oposiciones con la nueva Ley de Medicamentos, que además nos permitió crear un fondo solidario de medicamentos para enfermedades de escasa o poco frecuente ocurrencia.
Establecimos también la libertad de elección para nuestros pensionados y también a todos aquellos chilenos y chilenas más vulnerables, que pertenecían a la categoría A de Fonasa, les dimos también la libertad de elección, la oportunidad de escoger su médico y su establecimiento de salud, que antes el Estado simplemente se los negaba. Y así, 4 millones de chilenos hoy día tienen acceso también a la modalidad de libre elección.

En materia de vivienda, mejoramos sustancialmente la calidad y ampliamos su tamaño en el equivalente a un dormitorio más. Piensen ustedes lo que significa pasar de dos a tres dormitorios, para la vida y la dignidad de nuestras familias. Y entregamos durante estos 4 años, 800 mil subsidios habitacionales, que incluyen los 222 mil producto del terremoto.

¿Qué significa eso? Que 3,2 millones de chilenos, casi uno de cada cinco chilenos, cumplió el sueño de la casa propia durante nuestro Gobierno.

En el campo del deporte, creamos el nuevo Ministerio del Deporte, y estamos cerca de cumplir ese objetivo de duplicar el número de deportistas en nuestro país.

Remodelamos o construimos 13 nuevos estadios profesionales, 160 mini estadios al servicio de la gente, con cancha de pasto natural o sintético, graderías, iluminación, camarines, y 30 polideportivos para la práctica de otros deportes, muchos de ellos con piscinas temperadas que han sido un verdadero acierto y una tremenda satisfacción para mucha gente.

Además de las obras que hemos construido para los Juegos Odesur Santiago 2014, que se inician el 7 de marzo próximo, como el velódromo de calidad mundial, la piscina olímpica o el centro acuático, o el maxi-polideportivo o el Centro de Alto Rendimiento.

Pero tal vez lo más importante es que estamos notando en nuestro país un verdadero despertar del compromiso y de la voluntad de los chilenos de practicar más deporte y hacer más ejercicio.

En materia de cultura, construimos e inauguramos 28 nuevos Centros Culturales en nuestro país. En el Gobierno anterior se habían inaugurado solo tres. Y perfeccionamos sustancialmente la ley de donaciones culturales, para permitir un mayor aporte del sector privado y así no sólo más recursos, sino que también más libertad al desarrollo de nuestra cultura.

Dimos un fuerte impulso a la descentralización de nuestro país, aumentando las atribuciones, las responsabilidades, las funciones y los recursos tanto de los gobiernos regionales como comunales.

El Fondo Nacional de Desarrollo Regional ha crecido en un 60% durante estos 4 años, y el Fondo Común Municipal en un 40% en estos últimos 4 años. Además de la elección directa de los Cores, lo cual significa que el compromiso con un país más descentralizado, con nuestras regiones y con nuestras comunas, es algo que hemos logrado cumplir.

En materia de seguridad ciudadana, yo sé que éste es un tema que sigue angustiando y amargando la vida de muchas chilenas y chilenos, pero yo también querría decir que lo hemos tomado con seriedad y compromiso. Hemos aumentado en 10 mil el número de carabineros y en mil el número de oficiales de la Policía de Investigaciones, en las calles de nuestro país, protegiendo a nuestras familias.

Hemos también expandido el Plan Cuadrante a más de 150 comunas, establecimos un programa de última generación, como el programa STAD, que permite una labor mucho más inteligente y eficaz de nuestras policías, y una mucho mejor información de la comunidad. Establecimos también el Barrio en Paz, tanto residencial como residencial, en muchos de los barrios de nuestro país.

Y esto, si bien ha rendido frutos, sabemos que no es suficiente.

Pero también quiero recordar, cuando llegamos al Gobierno, el índice de victimización, que mide el porcentaje de los hogares que fue víctima de un delito en un año determinado, para el año 2009 era de 33,6%. Una de cada cuatro familias chilenas había sido víctima del delito ese año 2009.

Nuestra meta fue reducirlo significativamente, y nos pusimos una meta que después la hicimos más exigente, de bajar del 25% de victimización.
En unos días más vamos a saber, cuando conozcamos la última encuesta Enusc correspondiente al año 2013, si cumplimos la meta. Yo creo que la vamos a cumplir, porque hemos trabajado para cumplirla, y eso va a significar que 1.400.000 chilenas y chilenos se habrán liberado de ser víctimas del delito, producto del enorme esfuerzo que hemos cumplido en esta materia, sin perjuicio de reconocer que esta batalla aún tenemos que seguir dándola, porque aún cuando hemos mejorado, las cifras siguen siendo absolutamente inaceptables.
Sabemos que en esta materia no es sólo un tema del Gobierno, la lucha contra la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo involucra a muchas instituciones: el Gobierno, Carabineros, la Policía de Investigaciones, los fiscales, los jueces de garantía, los Tribunales de Justicia, y que basta con que un eslabón falle para que toda la cadena se pueda debilitar.
Por eso, me permito discrepar seria y respetuosamente del presidente de la Corte Suprema, él tiene derecho a defender a los jueces, pero también este Presidente tiene derecho a defender a las víctimas y a todos aquellos que queremos vivir en paz.
Por supuesto, siempre, siempre hemos respetado la independencia del Poder Judicial y de todos los poderes del Estado, pero también es cierto que cuando un Gobierno tiene la responsabilidad de la seguridad pública, también tiene el derecho de poder expresar su opinión. Respetar y acatar los fallos no significa que tengamos que coincidir con los fundamentos o las resoluciones que esos fallos involucran.
Y lo digo una vez más, nosotros somos parte querellante en un juicio por un asesinato cruel, que significó quemar vivos a dos ancianos, el matrimonio Luchsinger-Mackay, en la Araucanía. Y esas dos personas que murieron quemadas vivas, y probablemente quienes lo hicieron sabían que se estaban quemando vivos, porque los abandonaron con la casa ya incendiada, son y van a seguir siendo un permanente compromiso para luchar contra el terrorismo y aplicar la ley antiterrorista cada vez que los hechos lo hagan necesario.
Nuestro Gobierno nunca va a aplicar la Ley Antiterrorista a una región, a un pueblo o a una etnia, pero ningún Gobierno tiene derecho a renunciar a aplicar una ley que fue aprobada en plena democracia y que la tienen todas las principales democracias del mundo, cuando hechos de terrorismo angustian la vida de millones y millones de chilenos.
A través del fortalecimiento del SERNAC y la Dirección del Trabajo, hemos  avanzado en proteger y defender mejor los derechos de los consumidores y de los trabajadores. Y esto es perfectamente consecuente con nuestro compromiso y adhesión a una economía libre, a una economía social de mercado.
A través de la nueva Ley Antidiscriminación y los avances en materia de transparencia y probidad, hemos logrado avanzar hacia una sociedad más inclusiva y más respetuosa de las diferencias y también hacia una sociedad más honesta y más transparente, porque los ciudadanos tienen derecho a saber qué hacen las autoridades que ellos eligen con sus votos y en qué se gastan los recursos que ellos financian con sus impuestos.
A través del Programa Elige Vivir Sano, que dirige la Primera Dama de la Nación, que tiene 4 pilares: más deporte, mejor alimentación, más familia, más naturaleza, estamos intentando, y ya hemos alcanzado logros, cambiar la cultura de nuestro país.
Recuerdo muy bien cómo era la cultura de nuestro país en materia de sedentarismo, tabaquismo, alcoholismo, en materia también de malos hábitos de alimentación, y que ya nos estaba pasando la cuenta, uno de los países con mayores índices de diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares. Porque cuando uno es joven el cuerpo resiste, pero más temprano que tarde cobra la cuenta, y nuestro país está envejeciendo, por aumento en la expectativa de vida y por una tendencia a la caída en la natalidad.
Siento que eso ya está dando sus primeros resultados, como lo sentimos al recorrer las calles, las plazas, los parques de nuestro país y ver cómo el número de deportistas, el número de personas que disfrutan en familia, el número de personas que aprovecha nuestra naturaleza, se ha incrementado sustancialmente.
Pero tal vez, algo que nos llena de legítima satisfacción y orgullo es haber logrado nosotros extender el beneficio del posnatal de tres a seis meses y ampliar su cobertura, que sólo llegaba a una de cada tres mujeres trabajadoras en Chile, a todas las mujeres trabajadoras de nuestro país. Y darle así a nuestros niños, durante sus primeros seis meses de vida, que es cuando se forma el carácter y se desarrolla un niño en lo emotivo, en lo físico, en lo intelectual, lo que más necesita, la compañía de su madre y de su padre en esos primeros seis meses de vida.
Eliminamos el descuento del 7% de salud, para darle una mejor vida y una mayor dignidad a nuestros adultos mayores. Como decía un slogan “no solamente más años a la vida, sino que también más vida a los años”, porque habrán dejado de trabajar, pero nosotros tenemos plena conciencia que no han dejado de vivir, y que tenemos mucho que aprender y ellos tienen mucho que aportar, los adultos mayores, a nuestra sociedad.
Todos estos avances se han traducido en una mejor calidad de vida, que se refleja en múltiples indicadores. Por ejemplo, el incremento de 14 a 20 millones en el número de asistentes al cine, de 16 a 24 millones el número de teléfonos móviles, de 39 a 68% los hogares conectados a Internet, de 60 a 95% las escuelas conectadas a banda ancha, y de 4,8 chilenos y chilenas que veranearon el año 2009, a más de 9 millones el año 2013, que acaba de terminar.
Y nos hemos esforzado, porque también nos interesa y nos preocupa tener una democracia más vital, más transparente, más participativa, más legitimada.
Por eso hemos hecho muchos esfuerzos por perfeccionar nuestra democracia, a través de múltiples reformas, como la inscripción automática, el voto voluntario, las elecciones primarias voluntarias y vinculantes, la elección directa de los Cores, el proyecto de ley para otorgar derecho a voto a los chilenos que viven en el exterior, que mantengan un vínculo con nuestro país, y muchas otras iniciativas más.
Todos estos cambios, todos estos avances, algunos pequeños, otros más significativos, han tenido un solo norte: mejorar la calidad de vida de los chilenos, permitirles una vida más plena y más feliz junto a sus seres queridos.
Durante estos 4 años hemos logrado derribar muchos mitos, que en forma permanente, perseverante y astuta, habían sido sembrados en las mentes y en los corazones de muchos compatriotas, como que nuestro Gobierno no se preocupaba de la justicia social, de la igualdad de oportunidades o de la pobreza, o del respeto a los derechos humanos.
No hay mejor respuesta a ello, que lo que hemos hecho durante estos 4 años, en que hemos tenido la oportunidad y el privilegio de gobernar a nuestro país.
Y lo hemos hecho gobernando con nuestros valores y con nuestros principios.
Por ejemplo:
-     Nuestra defensa irrestricta del derecho o del valor y la dignidad de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural. Porque el principal derecho que tiene un niño que está por nacer, es precisamente que le den la oportunidad de nacer.
-     El valor de la democracia y la libertad. La democracia y la libertad en todos los ámbitos, en el ámbito de la religión, del espíritu, de la política, de la economía, de lo social, de lo cultural.
-     El principio que toda libertad va siempre asociada a una responsabilidad, y que todo derecho conlleva siempre un deber.
-     El valor de la familia, como la principal fuente de amor, acogimiento, amparo, que tanto necesitamos los seres humanos.
-     El valor de la justicia social, la igualdad de oportunidades y la lucha frontal contra la pobreza.
-     El valor de la defensa irrestricta y permanente de los derechos humanos de todos, en todo tiempo, en todo lugar y y en toda circunstancia.
-     El principio de la honestidad, de la responsabilidad, del esfuerzo y del trabajo bien hecho.
-     El valor de la no discriminación y el respeto por las diferencias y el respeto por las minorías, para construir una sociedad más inclusiva y más tolerante.
-     El valor de la iniciativa y la libertad individual, del emprendimiento, de la innovación, como motores principales para el desarrollo personal y de nuestro país.
-     El valor de la necesaria armonía entre el desarrollo económico y la protección del medio ambiente.
-     El valor de saber que los gobernantes siempre deben privilegiar el bien común sobre el bien particular y el interés público sobre el interés privado.
Sin duda, hemos cometido errores, hemos cometido errores. Pero yo les digo, nos hemos esforzado, primero, en reconocerlos y, segundo, en corregirlos. Y sabemos que todavía queda una enorme cantidad de problemas por resolver y desafíos por enfrentar, y muchas chilenas y chilenos que merecen una vida mejor que la que hoy día la sociedad chilena les está ofreciendo.
Sabemos también que para llegar a esa sociedad de oportunidades, seguridades y valores, nos quedan muchos temas pendientes, entre los cuales destaco seguir avanzando en la lucha contra la delincuencia, para que la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo retrocedan, la seguridad, la paz y la tranquilidad de los hogares chilenos avance.
Una nueva reforma previsional, para darle una mayor dignidad a nuestros adultos mayores, cuando les llega el momento de el justo retiro, a través de la jubilación.
Derrotar la pobreza, que tanto dolor causa a  los sectores vulnerables, pero que hiere también el alma de nuestro país. Las familias más vulnerables y en el alma de la sociedad chilena.
Hay un largo camino por recorrer, y los montañistas sabemos que la segunda parte es siempre la más hermosa, pero también la más difícil. Y ese es el desafío que tendremos que enfrentar como país en los años que vendrán.
Podemos hoy día comprobar, con legítima alegría y orgullo, que hoy día Chile es un mejor país para nacer, para estudiar, para trabajar, para crecer, para formar familia, para hacer deporte, para disfrutar de la cultura y para cultivar el espíritu, que hace tan sólo cuatro. Y aquí lo reconoció una prestigiosa revista internacional y una prestigiosa institución internacional, cuando seleccionaron a Chile como el mejor país en América Latina para nacer y para envejecer. Me pareció que esa es el mejor reconocimiento a que el país avanza con todos, como ha sido el lema y el norte desde que llegamos al Gobierno.
Sabemos también que nuestra Coalición, la Coalición por el Cambio, va a enfrentar, a partir de unos días más, nuevos desafíos y grandes responsabilidades.
Primero, diseñar y elaborar un proyecto político que en base a nuestros valores y principios, recoja con renovación, con imaginación y con solidez los problemas del presente y los desafíos emergentes de nuestra de nuestra sociedad.
Segundo, definir o implementar una estrategia clara para transformarnos en una oposición constructiva en la búsqueda de diálogos y acuerdos, pero muy firme en la fiscalización del futuro Gobierno y en la defensa de nuestras ideas y de nuestras visiones.
Tercero, y lo digo con claridad, defender, porque vamos a ser sujetos de ataque, lo mucho que hemos logrado avanzar, gracias al esfuerzo de todos ustedes, durante estos 4 años de Gobierno.
Y cuarto, construir una verdadera opción de Gobierno, que logre nuevamente atraer, cautivar a una nueva mayoría de corazones y voluntades que nos permita una vez más tener los merecimientos para poder nuevamente tener el privilegio y la responsabilidad de conducir los destinos de nuestro país, desde este Palacio de La Moneda.
Los que estamos aquí reunidos, ya hemos demostrado que nuestro sector es capaz de construir y de conquistar esa mayoría de corazones y voluntades, y todos sabemos que cada uno de nosotros, cada uno desde su propia trinchera, algunos desde los partidos, otros desde el Parlamento, la academia, las fundaciones, las organizaciones de la sociedad civil, vamos a seguir comprometidos y trabajando por un Chile mejor.
En eso, el valor de la unidad, del compromiso y del sentido de misión, son fundamentales.
Recuerdo que Gandhi decía “no hay caminos hacia la paz; la paz es el camino”. La historia de nuestro sector debiera enseñarnos que en nuestro sector no hay caminos hacia la unidad; la unidad es el camino.
Porque en estos 4 años hemos conocido la inmensa fortaleza, grandeza y nobleza del pueblo chileno, y sabemos que cuando estamos unidos, somos capaces de lograr grandes metas y conquistar grandes cumbres.
Por ejemplo, la forma en que hemos llevado a cabo la reconstrucción, la fe y voluntad que pusimos para rescatar a nuestros mineros, perdidos en las profundidades de una mina en el norte de Chile, la unidad con que celebramos nuestro Bicentenario, la constelación de héroes anónimos que hemos conocido en estos años, constituyen una fuerza invencible para que ahora nos siga orientando para hacer realidad todas esas metas, sueños y misiones que tenemos por cumplir, y hacer de Chile ese país que es capaz  de darle a todos sus hijos, una vida más plena y más feliz.
Porque, después de todo, éste es el único país que tenemos, es el país que recibimos de nuestros antepasados y vamos a legar  a nuestros hijos y nietos.
Es la tierra donde hemos nacido, donde queremos vivir y donde queremos morir.
Y es un país cuya mayor riqueza no está tanto en sus edificios, su naturaleza, sino que, precisamente, en esa nobleza, generosidad y temple que tantas veces el pueblo chileno ha sacado a relucir, especialmente cuando más se las necesita, en los tiempos de adversidad.
Por todo esto, yo quisiera que rechacemos esa tentación que a veces ha cruzado nuestro país, de considerarnos enemigos por el solo hecho de pensar distinto. Porque eso siempre nos ha llevado a dolor y sufrimiento.
Cuando entendemos que podemos respetarnos dentro de nuestras diferencias y que cada uno, desde su punto de vista, tiene un deber y un compromiso con su país, es cuando Chile ha logrado escribir las páginas más hermosas de su historia.
No puedo terminar estas palabras sin expresar una sentida y profunda gratitud, que lo siento especialmente en circunstancias como ésta, cuando veo tantos rostros y tantas caras, y recuerdo tantas batallas que hemos compartido, gratitud hacia todos y cada uno de los chilenos y chilenas, por habernos dado a todos nosotros, y a mí también, la maravillosa oportunidad de servirlos con toda nuestras fuerzas y capacidades, desde el Gobierno o como Presidente, durante estos 4 años.
Y también, por las incontables y motivadoras muestras de aliento, de cariño y de comprensión con que supieron muchas veces tolerar mis defectos y perdonar mis errores.
Agradecer en forma muy sentida a los ministros, a los ministros aquí presentes, a los que fueron ministros, a los subsecretarios, intendentes, gobernadores, Seremis, jefes de gabinete, a los miles y miles que han entregado, sin pedir nada a cambio, lo mejor de ellos mismos durante estos 4 años.
A esos miles y miles de hombres y mujeres, la mayoría jóvenes, que cuando fueron llamados no dudaron un segundo en renunciar a las comodidades de la academia o a los privilegios de exitosas carreras en el sector privado, para incorporarse de verdad y de corazón al servicio público, y permitirnos haber podido dirigir y encabezar nuestro país desde esa enorme responsabilidad y privilegio que los chilenos y chilenas quisieron otorgarnos.
También a esos miles y miles de funcionarios públicos, y aquí recuerdo a mi padre, que dedicó su vida al servicio público, y en que en cierta forma sembró esa semilla en todos sus hijos.
Agradecer también a Renovación Nacional y a la Unión Demócrata Independiente, a sus presidentes, a sus comisiones políticas, a sus consejos generales, a sus militantes, a sus simpatizantes, y a los movimientos que hoy día son parte de esta Coalición por el Cambio, como el movimiento Evópoli y el Movimiento Amplitud, por su generoso y leal apoyo durante la campaña y durante nuestro Gobierno.
Siempre las relaciones entre el Gobierno y los partidos que lo acompañan son difíciles, pero yo me siento profundamente agradecido, porque siempre sentí la lealtad, el apoyo, el cariño y el respaldo de todos y cada uno de ustedes.
Quiero agradecer en forma muy especial a una mujer, que tuvo el coraje y la valentía, en momentos muy difíciles, de levantar las banderas de nuestra Coalición, y me refiero a Evelyn Matthei, aquí presente.
Y reconocer que si Dios nos regaló nuestros desiertos, nuestras cordilleras y nuestros mares, nuestras quebradas y nuestros ríos, no fue para alejarnos ni para dividirnos, sino que para motivarnos a enfrentar juntos esos desafíos, porque estamos seguros que es nuestra generación, la generación del Bicentenario, la que tiene el privilegio que pocas generaciones tienen a lo largo de la historia, de tener una misión por cumplir. Y esa misión va a requerir de una conducción, de una motivación, de una visión de valores y principios que son los que siempre han iluminado y han orientado la acción de nuestro sector, la Coalición por el Cambio.
Quisiera terminar estas palabras deseándole la mejor de las suertes y el mayor de los éxitos al Gobierno que se inicia el 11 de marzo, y que por decisión de las chilenas y chilenos, tendrá la responsabilidad de conducir los destinos de nuestro país.
Quiero decirles que van a tener en nuestra Coalición, una oposición leal, pero firme, que va a colaborar cuando las medidas vayan en beneficio del país, pero que también va a fiscalizar y defender sus principios con toda la fuerza del mundo.
Agradecer también a los ex Presidentes, porque siempre que necesité el apoyo o el consejo, estuvieron disponibles. Y esa es una tradición hermosa, que sin duda yo me esforzaré por mantener.
Y terminar por agradecer, desde el fondo del corazón, a mi mujer, Cecilia, por haber sido no sólo una gran Primera Dama para todos los chilenos y chilenas, sino que también por haber sido la más tierna, y a veces también la más severa consejera, compañera y amiga a lo largo de los últimos 41 años, y especialmente estos últimos 4.
A mis hijos y a mis nietos. A algunos les ha gustado mucho el que el abuelo sea Presidente y a otros, yo sé, no les ha gustado nada. Pero todos han estado, siempre que los he necesitado.
Y agradecer a Dios, porque nunca nos ha abandonado ni nos ha permitido desfallecer, ni siquiera en los momentos más duros, en que muchos de nosotros conocimos el rostro crudo de la soledad y de la incomprensión y, por siempre habernos dado la fuerza, la perseverancia y la voluntad para gobernar a Chile y a los chilenos, haciendo siempre lo que creíamos de buena fe y en nuestras conciencias, que era lo mejor para Chile y los chilenos.
Que Dios bendiga a Chile, que Dios bendiga a los chilenos, muchas, muchas gracias.

Fuente:

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en “Responsabilidad Social Empresarial” de la ONU
Diplomado en “Gestión del Conocimiento” de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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